Son las cuatro y media de la tarde, aunque el entrenamiento empieza a las cinco y cuarto. En el Pabellón Fontajau sólo hay un jugador: Darryl Middleton, de 44 años, el mayor profesional de toda la plantilla. Como cada día
A veces, en cualquier lugar, saca una libreta, a la que llama 'Black Book'. En ella apunta una jugada del equipo contrario, un ejercicio del entrenamiento, una acción de un partido que ha visto. En los desplazamientos, mientras el resto de jugadores ve películas o escucha música, el cuarentón ve partidos en DVD y se sienta con los entrenadores para preguntares si las notas que ha tomado son correctas. “Está todo el día pensando en el baloncesto. Es un enfermo”, dicen en Girona.
Todo lo que hace Darryl Middleton (que nació en 1966 y llegó a la ACB en 1991) es un ejemplo de profesionalidad. Lo de ser el primero en llegar y el último en irse, que es un tópico, lo cumple a rajatabla. El pasado viernes, el Sant Josep puso entrenamiento voluntario: sólo apareció Middleton.
El año pasado ficharlo el Panathinaikos sin asegurarle una ficha, pero él decidió seguir jugando
Un fuego que llevaba a Zeljko Obradovic a ponerlo de ejemplo en cada clinic. Si un balón salía de la pista, mandaba a uno de los chicos a por él: “Si fueras Middleton, te habrías tirado al suelo para cogerlo”, les decía. Por eso, el año pasado quiso volver a ficharlo para el Panathinaikos, para que trabajara con el equipo, aunque sin garantizarle ficha. Pero “el fuego” de Middleton le impidió aceptar. Igual que cuando el Unicaja y el Aris de Salónica le ofrecieron contratos temporales la pasada campaña.
Seleccionable por matrimonio, Darryl se define como “americano catalán”, y está reventando este año la Adecco Oro. En dos partidos ha promediado 17 puntos y 8,5 rebotes, es el segundo de toda la Liga en valoración (25,5) y contra el Cáceres anotó en el último segundo la canasta que llevó el partido a la prórroga. El pase se lo dio Marc Pujols, de 18 años.
Llegó a España en 1991, el mismo año en que nació su compañero Pujols
Pujols nació en 1991, el año en que Darryl Middleton llegó a España. Fue al por entonces llamado Valvi Girona. El junior que entrenaba con el equipo se llamaba Gerard Darnés, al que Middleton pagó de su bolsillo un billete para que fuera a probar a un 'junior college' americano, que finalmente becó a Darnés. Hoy, aquel chaval es el agente de Middleton, que los jubila a todos. Su entrenador, Borja Comenge, tiene 12 años menos que él.
“En dos o tres años estaré jugando en la ACB con el Sant Josep. Ahora mismo sé que tengo nivel para jugar ahí, pero no importa. Aquí la gente me trata muy bien y quiero ayudar al club en este momento tan difícil”, dice, dejando entrever ese fuego competitivo que lo mantiene dominando con 44 años, el que le hace ser el viejo tesoro del baloncesto español.
A veces, en cualquier lugar, saca una libreta, a la que llama 'Black Book'. En ella apunta una jugada del equipo contrario, un ejercicio del entrenamiento, una acción de un partido que ha visto. En los desplazamientos, mientras el resto de jugadores ve películas o escucha música, el cuarentón ve partidos en DVD y se sienta con los entrenadores para preguntares si las notas que ha tomado son correctas. “Está todo el día pensando en el baloncesto. Es un enfermo”, dicen en Girona.
Todo lo que hace Darryl Middleton (que nació en 1966 y llegó a la ACB en 1991) es un ejemplo de profesionalidad. Lo de ser el primero en llegar y el último en irse, que es un tópico, lo cumple a rajatabla. El pasado viernes, el Sant Josep puso entrenamiento voluntario: sólo apareció Middleton.
El año pasado ficharlo el Panathinaikos sin asegurarle una ficha, pero él decidió seguir jugando
Un fuego que llevaba a Zeljko Obradovic a ponerlo de ejemplo en cada clinic. Si un balón salía de la pista, mandaba a uno de los chicos a por él: “Si fueras Middleton, te habrías tirado al suelo para cogerlo”, les decía. Por eso, el año pasado quiso volver a ficharlo para el Panathinaikos, para que trabajara con el equipo, aunque sin garantizarle ficha. Pero “el fuego” de Middleton le impidió aceptar. Igual que cuando el Unicaja y el Aris de Salónica le ofrecieron contratos temporales la pasada campaña.
Seleccionable por matrimonio, Darryl se define como “americano catalán”, y está reventando este año la Adecco Oro. En dos partidos ha promediado 17 puntos y 8,5 rebotes, es el segundo de toda la Liga en valoración (25,5) y contra el Cáceres anotó en el último segundo la canasta que llevó el partido a la prórroga. El pase se lo dio Marc Pujols, de 18 años.
Llegó a España en 1991, el mismo año en que nació su compañero Pujols
Pujols nació en 1991, el año en que Darryl Middleton llegó a España. Fue al por entonces llamado Valvi Girona. El junior que entrenaba con el equipo se llamaba Gerard Darnés, al que Middleton pagó de su bolsillo un billete para que fuera a probar a un 'junior college' americano, que finalmente becó a Darnés. Hoy, aquel chaval es el agente de Middleton, que los jubila a todos. Su entrenador, Borja Comenge, tiene 12 años menos que él.
“En dos o tres años estaré jugando en la ACB con el Sant Josep. Ahora mismo sé que tengo nivel para jugar ahí, pero no importa. Aquí la gente me trata muy bien y quiero ayudar al club en este momento tan difícil”, dice, dejando entrever ese fuego competitivo que lo mantiene dominando con 44 años, el que le hace ser el viejo tesoro del baloncesto español.
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